sábado, 9 de noviembre de 2019

Tan solo veinte pasos


Cierro los ojos y sigo recordando tu llanto. La tarde de un día como hoy, de hace dos años, llegaste a nuestras vidas para transformarla y para dar una aire distinto. Irrumpiste en ella para alegrar e impulsar sus días. Te convertiste en otra razón más por la que luchar cada día y, sobretodo, otro motivo más para disfrutarla en la mejor compañía.

Parece que fue ayer cuando pasó todo y de pronto pasan los días, semanas, meses y años. Recuerdo aquellas primeras noches en las que llorabas por hambre. Tu llanto, provocado por la llegada a un nuevo mundo, estaba justificado y por ello nos convertimos en tu guía y tu apoyo. Pusimos todo nuestro empeño por darte cariño, amor y atención.  Tu madre, de la que no te querías despegar, te dio todo lo que una madre pueda dar.  Juntos te hemos arropado con la manta de estrellas que aún conservas y ambos unidos te hemos contemplado mientras duermes. Te recuerdo en mis brazos, unas veces dormido y otras sonriendo. No olvido las noches en las que, todos,  llegábamos agotados. Es imposible olvidar tus primeros biberones, tus primeras papillas y la unión que aún perdura junto a tu inseparable Manolo. Tu peculiar forma de comer nos mantenía a tu lado más tiempo de lo habitual pero ningún minuto a tu lado se denomina perdido.

En el recuerdo perduran los primeros pasos, las contagiosas carcajadas y los divertidos baños cayendo la noche. Es otro aire, una nueva vida. Es tender cuatro cordeles de ropa en el que poco a poco la ropa crecía. Es ir a la playa con la pala, rastrillo, bañeras y un largo sinfín de accesorios tuyos. Llenarte de arena y bañarte en el mar. Chutar a la pelota y alejarte cuando se iba hacia el mar. Volverte agotado y acurrucarte mientras sueña.

A diferencia del último 9 de noviembre, tus lentos pasos ya son carreras, tus expresiones se han traducido en palabras, tu enfado ahora es atención pero lo que no cambia, y esperemos que nunca lo hagas, es tu sonrisa. Al igual que tu madre, irradias alegría por donde quiera que vayas. Tu felicidad e inocencia nos alimenta a un nivel que jamás podrías imaginar. Tu mirada hace que cualquier cosa inexplicable tenga sentido. Tus espontáneos abrazos son una realidad y tus besos las dosis de vitaminas perfecta.

Ahora estas a tan solo veinte pasos. Esa es la distancia que las noches nos separan. En el paso veintiuno ya nos encontraras pero permanece tranquilo que desde el primer paso ya podrás contar con nosotros. No te dejaremos caer ni caminar solo. Hoy se cumplen dos años que la vida nos regaló el mejor tesoro posible. Felicidades Alberto.

Cuack!



domingo, 28 de julio de 2019

Alto alto


Leyendo estas dos únicas palabras sabrás que esto que lees hoy va dirigido a ti. Son dos palabras que últimamente, ambos, escuchamos mucho. A veces con un tono suave, a veces con un tono  más exagerado. Son dos palabras que sirven para describir todo y nada. Vale para cada momento del día. Ya sea de día, a la tarde o cayendo la noche, alto alto siempre suena.  

Hace varios días, tu hijo, se sentó a mi lado en el sofá. Le dio uno de esos ataques de amor paterno y se llevó parte de la mañana sentado a mi lado. Apoyando su mano en mi hombro, como a él le gusta. Como bien sabes, es su forma de sentirse cómplice, de saber que estás ahí. Estuvimos conversando, a su manera, y negando o asintiendo mis preguntas como él sabe hacer entablamos una charla que jamás olvidare. Durante ese mágico tiempo le hice una pregunta ¿sabes que el domingo es el cumple de mama? El me miró, sonrió y dijo sí. Con tan solo año y medio parece que entendió lo que le dije. Le volví a mirar, le confesé mis ganas de volver a escribir y para volver a ello, tú, serías el motivo. Tenía ciertas dudas y le pregunte como podríamos titular esto que te escribimos hoy. Su respuesta fue sencilla: Alto alto.

Hoy es un día muy especial, vas cumpliendo años y ya van dos en los que somos dos personas a tu lado viéndote celebrar este día con tu característica sonrisa y alegría. Ambos estamos muy felices de tenerte, él como madre y yo como esposa. Tu ternura y el continuo amor que despliegas con nosotros es difícil de devolver, sobretodo porque es incalculable. Tu forma de abrázanos, de hablarnos y de mirarnos nos da energía para vivir cada día. La labor que haces como madre está teniendo sus frutos, solo hay que verlo para saber que los valores que cada día le enseñas él lo tiene en cuenta. Todo lo que somos como familia te lo debemos a ti.

Ambos tendremos el orgullo de verlo crecer alto alto porque alto alto tiene que ser nuestro apoyo hacia él. Alto alto es el cariño que ambos le tenemos pero también sé qué alto alto es el compromiso que tenemos de cuidarle. Alto alto es el volumen de responsabilidad que tenemos sobre él y alto alto ha de ser el andamio de valores que construir para que trepe sobre él.

Entre los dos hemos escrito esto para ti. Aunque parezca difícil, él hablaba y yo escribía, como si de un dictado se tratase. Cruzó los brazos y puso los labios muy cerrados pareciendo enfadado y es que quería añadir a todo este escrito palabras como pelota, guau guau, gato, grande y chiquitito pero, sinceramente, no sabía cómo añadirlo en todo este contexto. Gracias por estar a nuestro lado y cuidarnos de esta forma. El pilar fundamental sobre el que se sustenta esta familia cumple un año más. Te queremos.

Cuack