Cuenta tu corta y bonita historia, que hoy se cumple un año de aquel frenético día. Comenzaba con una frase que jamás olvidaré. Era temprano, tu madre me llamó, me miró y me dijo: creo que ya está aquí. El día, alimentado por suspiros, se llenó de momentos inolvidables, de nerviosismo circunstancial y de cierta incertidumbre. Menos mal que ya apareciste. En el recuerdo de aquel alegre día quedará la inesperada, aunque obligada, soledad. Todo a consecuencia del momento que vivíamos y de ese maldito bicho.
Sin darnos cuenta ya tienes un
añito de vida. Has crecido con la expresión de las miradas y el anhelo de las
sonrisas que una tela azul nos tapaba. Desde el día que naciste supimos que
volveríamos a disfrutar de la maternidad, paternidad y de todo lo que ello
conlleva. Volverían los sacrificios, las horas sin dormir, multitud de pañales
por cambiar, biberones que rellenar e infinidad de mimos por dar. Eso sí, todo
ello compensado con una perpetua sonrisa. Las primeras semanas parecías
tranquila, demasiado a nuestro pensar, pero pronto esa tranquilidad se
transformó en actividad. Todo cambio cuando comenzaste a escuchar una voz
cómplice que a día de hoy sigues escuchando con atención. Ya se presagiaba. Los
más divertido estaba por llegar.
He de contarte que juegas con
ventaja. Tienes la suerte de tener un hermano mayor. El mejor hermano que puedes
tener. Irene, quizás ahora no lo sepas, pero te darás cuenta que te acompaña una
estrella. Lo sientes y, sabiendo que él está por allí, solo quieres estar cerca
suya. Tu rostro se transforma cuando lo ves. Te cuida y te hace reír y aunque
en alguna ocasión puede parecer que te agobia con abrazos y besos tienes que
entender que son muestras de cariño. Él, que cariñosamente te llama
“terremoto”, nunca caminó solo. Sus dos brazos siempre tenían donde agarrarse, al
igual que tú, pero en tu caso cuentas con un apoyo más. Ahora, que ya comienzas
a dar tus primeros pasos lo estas comprobando. Hija, difícilmente te caerás.
Ha sido un gran primer año. En
todo este tiempo, cualquier segundo a vuestro lado ha sido emocionante. Veros
jugar y reír juntos paraliza las agujas del reloj y os aseguro que no hay nada
mejor que hacer que acompañaros a vuestro lado. Compartes el mismo don que tienen
tu madre y hermano y es que, al igual que ellos, repartes alegría allá por
donde quieras que vas. Tus contagiosas
carcajadas levantan los ánimos de los peores días. Transmites la vitalidad
necesaria para día a día seguir adelante por un objetivo. Tu inagotable
actividad cansa al más fuerte. La luz que tu mirada proyecta cuando nos ves
llegar brilla como el sol de la mañana y la dulzura con la que el sueño te
rinde nos hace creer que el día va a terminar.
Vas creciendo, y aunque a veces
pienso que llegaste a un mundo difícil de entender donde a veces la realidad es
difícil de creer sé que serás capaz de progresar con la personalidad que ya
muestras. De todas formas, aquí estaremos a tu lado. Pero ahora, es época de
jugar, aprender y divertirse. El resto ya vendrá. Disfruta de este gran día y a
por muchísimos más. Felicidades Irene.
Cuack