lunes, 28 de septiembre de 2020

Querida Irene

 "Bendito llanto que sonó y nos hizo llorar. Benditas horas de espera para verte llegar al mundo y bendita sonrisa que no se consigue borrar". Con estas mismas palabras le escribí a tu hermano el día que nació y con las mismas ilusiones de aquel día celebramos tu llegada.

Llegas en un año difícil. Un año complejo marcado por un enemigo invisible que tiene en jaque al mundo. Una época en la que el número de preguntas sin respuestas no para de aumentar pero menos mal que ya estás aquí, entre nosotros, en nuestros brazos. No hay pandemia que pueda vencer al amor y a la ilusión. Te estábamos esperando para alegrar el año, para bendecir estos extraños días y, sobretodo, para ver la reacción de él ante el mejor regalo que sus padres le pueden dar. Queríamos contemplar la cara de una persona que sabe que ya no estará solo, que tendrá una compañera de juegos, enfados, diversión, complicidad, protección, risas...amor. Tu hermano Alberto, un gran charlatán que ya tienes el gusto de comprobar,  te ha hablado desde que estabas en la barriga de Mamá. Es muy probable que tú no le hayas entendido pero él te ha explicado muchas cosas, todas a su manera y de la forma más razonable posible. Desde que llegaste a casa está pendiente de ti, si lloras acude a ver qué te pasa y de manera rápida intenta dar solución. Hace nueve meses que ya se comporta como un hermano ejemplar.  

A diferencia de lo vivido en el embarazo de tu hermano este tiempo de espera  ha sido muy diferente, muy distinto a lo vivido con él. La ilusión era la misma pero a pocos meses de saber que seriamos uno más en la familia nos tuvimos que quedar encerrados en casa. Algo novedoso y peligroso para todos irrumpía en nuestras vidas. Aun así, nos toco compartir todas las horas del día y a pesar de que Mamá te sentía y te veía cuando iba al médico, yo, Papá, no te pude ver hasta pasado unos meses. La espera se me hizo eterna pero aún recuerdo esas patadas en la barriga y ese hipo inesperado que, con mi mano posada en la barriga de Mamá, sentí. Las mismas sensaciones que hace ya tres años tuve con tu hermano las volví a notar contigo. No obstante, algún día, a la vera de tu hermano, os contaré lo que en el mundo sucedió y así podréis entender los motivos de las bocas y narices tapadas por una tela azul o blanca, las expresivas miradas, la ausencia de personas importantes en tu llegada o los escasos paseos.   

Llegado el día, la incertidumbre y rareza del presente se transforma en alegría. Disfrutamos de tu ingreso en casa y nos preparamos para lo que nuevamente se avecina. Sin aún saberlo te has convertido en una razón más para vivir , un despertar más motivado y una nueva responsabilidad que juntos conforman los pilares básicos de tu venida. Tu sitio está preparado, tu nido te espera y cuando llegue el día menos esperado podré enseñarte el que fue mi nido, mi hogar. Ya descubrirás la magia de ver entre dos castillos la caída del sol.

Mamá te tiene en brazos, Alberto esta a tu otro lado y desde el sofá sentado os contemplo una vez más sin que la vista se canse. Volvemos a  las noches en vela, la incertidumbre de un llanto, las cajas de pañales, la expectación por cualquier movimiento y la delicadeza de un baño  pero sé que todo esto va a merecer la pena. Ya tengo a sístole y diástole en carne y hueso. Ya tengo a mis dos hijos haciéndome latir el corazón de amor infinito. Bienvenida al mundo Irene.

Cuack!




jueves, 28 de mayo de 2020

Superhéroe sin bandera


Otro días más. A tan sólo unos metros, la distancia que puede medir veinte pasos para ser más exactos, ya se escucha. ¡Mamá! ¡Papá! Ya está ahí. Nuestro superhéroe se despertó ¿Qué misión tendrá encomendada hoy? ¿Con que nueva historia nos alegrará el día?

Un nuevo día transcurre. Ya van más de setenta y otro día más está encerrado en su fortaleza, prisión de juguetes o castillo encantado. Llámalo como quieras pero para él, ahora, es el mejor lugar donde tener que ejecutar las difíciles misiones encargadas. Es el lugar que le protege del enemigo. Nuestro único enemigo.

En todos estos días, este superhéroe ha tenido que llevar a cabo, con resignación y sin protestar, varias misiones, como por ejemplo dejar de ver a sus seres queridos. Ha tenido que abordar el cometido de renunciar  varias horas del día a divertirse y aprender al lado de sus amigos. También se le encomendó la difícil tarea de aplazar las visitas de los abuelos. De todas, sin duda, la más complicada de llevar a cabo. Durante muchos días solo veía paredes mientras esperaba la hora mágica para abrir la ventana, salir a aplaudir y sonreír (su gran superpoder). En esa hora parecía que estábamos unidos y él llego a pensar que no se encontraba solo para luchar contra el único enemigo. A lo largo de todo el confinamiento ha cumplido otra misión, no ha pisado la calle pero ahora que ya puede salir ha tenido que recortar la distancia y el tiempo de sus paseos. Sin embargo, aun sigue viendo contrariado como las terrazas se llenan mientras el columpio y el tobogán siguen precintados. Armado con su mascarilla y sin discutir vuelve a la fortaleza. El superhéroe tiene que descansar.  

En todo este tiempo, lo miraba una y otra vez con lástima, orgulloso,  contrariado y sin respuestas. Algo desconocido ahí fuera lo convirtió en superhéroe. No solo ejecutó las misiones anteriormente citadas sino que, a la vez, fue capaz de alegrarnos, divertirnos y mantenernos ocupado en este tiempo tan extraño. Cuando sea mayor le explicaré porque es un superhéroe.

Sin embargo ahora los mismos que aplaudían,  armados con cacerolas y cucharas, se unen al enemigo. Sus capas son banderas y su traición es incierta, al menos hasta dentro de unos días. Están equivocados en el momento y cometen una irresponsabilidad que esperemos no tenga daños colaterales. No soy científico pero a la vista de lo que ha pasado y remitiéndome a los datos, el virus afecta por igual a todos. Esos que se hacen llamar políticos pero sin hacer política animan a la irresponsabilidad que llevada desde la tribuna del orador se puede convertir en el segundo capítulo de esta lucha. El virus, el enemigo verdadero, también afecta a los ignorantes que no cumplen la normativa y que por su ineptitud puede perjudicar al que la cumple. No quiero que mi superhéroe vuelva a estar encerrado y tenga que resignarse por tu irresponsabilidad. Él combate sin hacerte daño. 

Piensen en nuestros pequeños superhéroes  y no bajen la guardia. Guarden la bandera que ya habrá momento de sacarla. La economía se puede reponer, con mayor o menor premura, como así se ha demostrado a lo largo de la historia. Las muertes no.


Cuack



miércoles, 25 de marzo de 2020

Los otros "Amancios"


"Vamos hijo, date prisa que es la hora de aplaudir. Y coge una chaqueta que hoy hace frio"

Es evidente y de agradecimiento eterno elogiar las sustanciosas donaciones que el grupo empresarial, y gigante español de la moda, está realizando para poder paliar de la manera más rápida posible esta crisis que estamos viviendo. Su generosidad es tan admirable como la de aquellas otras empresas de distintos sectores que también trabajan para suavizar el impacto que este virus está teniendo en nuestro país. Ya son muchas las empresas que también han realizado donaciones de todo tipo, desde juegos de cama para hospitales hasta cantidades económicas para luchar contra con el Covid-19. Hay que agradecer también la labor de todas aquellas personas que de manera solidaria trabajan en sus casas fabricando todo tipo de material sanitario que sea útil. Pueblos enteros haciendo mascarillas, autónomos con material informático realizando protectores o personas anónimas realizando la compra de alimentos y otras necesidades a sus mayores más cercanos. Por ello, y desde el mayor respeto que puedo mostrar, no entiendo como desde algunos medios y entes proponen a una sola persona para ser galardonado con el premio Princesa de Asturias de la Concordia.

A pesar de esto,  quiero acordarme de los otros "Amancios". Aquellos que ahora están en casa confinados ejerciendo de inventores, maestros, payasos y, por supuesto, padres. De aquellos que explican a sus hijos que el parque se ha roto y no podemos ir a él. De aquellos que les indican que en la calle hay unos bichitos malos que nos pueden hacer daño. De todos aquellos que tele trabajan con un ojo en la pantalla del ordenador y otro en la de sus hijos. De aquellos que salen a trabajar sin saber la aventura que el día les puede deparar. De aquellos que vuelven a repasar los ríos de España, las tablas de multiplicar o las tildes en las palabras. De aquellos que juegan sin parar para ver sonreír a sus hijos. De aquellos que abren de manera puntual el balcón o la ventana de su casa para aplaudir con sus hijos mientras piensan que algún día les tendrán que explicar este emotivo homenaje.  Para ellos no solicito ningún premio. Ellos también merecen su reconocimiento y, aunque les digan que es su labor como padres, no pido un aplauso para ellos. Solo quiero mostrar admiración por su gran dedicación.

Parece que la madre Tierra nos ha querido castigar, nos pidió un respiro que no le supimos dar. Es indiscutible que todos tenemos ganas de volver a la normalidad pero sinceramente no persigo volver a lo de antes. Este virus transformado en crisis, ahora sanitaria y luego económico - social, nos debe haber abierto los ojos. Espero que a partir de esto, se valore más a un científico que a un futbolista. Tras esto, propongo que por ley, gobierne quien gobierne y sea del color que sea, se establezca un porcentaje fijo en los presupuestos dedicado a Sanidad, Educación y Ciencia sin recortes y menosprecios. Tras esto, sueño con que las empresas sean más flexibles con los trabajadores ya que este virus ha demostrado que, por causas de fuerza mayor, se puede tele trabajar. Deseo que se sigan apreciando  las pequeñas grandes cosas que ahora valoramos (una llamada, un abrazo, cocinar, leer...). Tras esto, aspiro a que la sostenibilidad y el cuidado por el medio ambiente reine en la sociedad. Me gustaría que nuestros líderes y gobernantes se ponga de acuerdo más a menudo y dejen de confrontar tanto. Y sobre todo,  quiero que la solidaridad que ahora aflora no desaparezca de forma repentina. Ánimo, que todo saldrá bien.

Cuack.



lunes, 16 de marzo de 2020

Esperando la hora


Qué raro es todo ¿verdad? El silencio se apodera cada día de nuestras calles y alrededores. Asumir que durante unos días, semanas y esperemos que no más (aunque todo dependerá de nosotros) tendremos que afrontar días en casa de esta forma parece difícil pero cuanto antes lo afrontemos mejor. Hay que tener claro que solo podemos salir para lo justamente necesario y todo lo demás ya volverá. Es vital cumplir lo marcado. Por ellos y por nosotros mismos. Ahora más que nunca hay que demostrar que sabemos el significado de la palabra responsabilidad.

Sin embargo, como también era de esperar, hay ciertos colectivos, entes y personas (algunas con cargos públicos) que estaban esperando este momento para criticar. Estaban esperando la hora para, nuevamente,  confrontar y establecer un clima de constante lucha por la razón. Parece que a toro pasado todo se ve mejor. Es posible y muy probable que se hayan equivocado o hayan tardado en tomar decisiones pero hemos de recordar que somos seres humanos y que ahora mismo solo tenemos un único enemigo. Ya está bien de oportunismos. Todos nos hemos equivocado. Es posible y muy probable que la economía se vea afectada pero quizás se esté alarmando la perspectiva empresarial demasiado.  La precipitación no es la mejor solución. Este virus ha conseguido sacar a flote problemas que existían en el conjunto de la sociedad anteriormente y que, aunque por parte de colectivos se ha intentado mostrar  para poner solución, no se han querido gestionar en su debido momento (por ejemplo; conciliación, tele trabajo...). Esperemos que todo esto sirva para realmente plantear otra perspectiva.

A pesar de esto, existe gran parte de la ciudadanía, la extensa mayoría,  que espera otra hora: la hora de aplaudir. La hora de salir al balcón para solo escuchar aplausos. Para agradecer a nuestros sanitarios su labor. El personal que conforma nuestra Sanidad se merece cada día un gran aplauso y mucho más. Y no solo ahora y no solo ellos. Hay grandes profesionales que sacarán esto adelante cuya función es primordial. Resulta muy emotivo ver que sigue existiendo unión. Cada día que pasa hay que aplaudir más fuerte que el anterior para que tal estruendo llegue a todos aquellos que padecen la enfermedad en los hospitales, en sus casas aislados y para aquellos que ya nos han dejado. Ahora mismo, un aplauso es la mejor pastilla de ánimo que podemos tomar.

Por todo ello, ahora es la hora de la calma, del ingenio, del humor, del aprendizaje, de la lectura, de las llamadas de teléfono, del perdón, de la diversión, de la curiosidad, de la motivación, de plantear retos personales, de recordar, de la responsabilidad, de la solidaridad y de un sinfín de acciones más por las que levantarse cada día para saber que esto pasará.

Todo irá bien.

Cuack