viernes, 1 de agosto de 2014

NL: El poder de la música

                 LA NOTICIA DEL LECTOR

Antes de irnos de vacaciones tenemos la suerte de contar con una noticia que una de nuestras lectoras ha querido que comentemos. Esta pondrá el broche final a esta temporada antes de incorporarnos en el mes de septiembre con más noticias buenas que narrar. Hoy hablaremos de la música y el poder que esta tiene. Ya sabemos los beneficios que tiene en nuestra salud pero la historia de hoy no os dejará indiferente porque podréis comprobar cómo la armonía y la melodía de las notas hacen que un niño autista sea capaz de abrir su boca para cantar.

El fenómeno se llama Kyle Coleman, un joven británico de 25 años y que jamás había hablado hasta que se puso delante de un micrófono. Nació en Gwithian, Cornualles, y le fue diagnosticado autismo con tan solo tres años. Desde entonces solo ha sido capaz de decir pocas palabras pero la sorpresa se produjo en 2009 cuando su madre Caroline le llevó a una sesión de terapia musical. Carine Kelley, su terapeuta musical, ha llevado el control de la evolución de Kyle después de ese día y ha descubierto que la música ha sido capaz de despertar la expresividad de sus emociones de forma instintiva. La madre de Kyle quiso seguir con la evolución de su hijo y le llevo a Plymouth para ver como se desenvolvía Kyle delante de un micrófono. La sorpresa llego cuando este joven británico fue capaz de cantar su canción preferida, Monday Monday de The Mamas and the Papas, sin presión alguna. Ante el asombro de todos allí, dueño del estudio incluido, le expusieron a la familia de Kyle la posibilidad de que esté grabase un disco. Pasado 18 meses Kyle grabó un disco con nueve canciones donde incluye una escrita especialmente para él y para la condición que arrastra desde los 3 años, el autismo.

Es evidente que la música hace bien a aquellas que personas que la escuchan pero también a aquellos que la utilizan como una forma de expresión y forma de vida. El descubrimiento ocurrido con Kyle es una gran noticia que nuestra lectora Irene ha querido compartir. En ocasiones hay que dejar que las notas musicales marquen el ritmo de nuestra vida.

Cuack!





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