miércoles, 30 de julio de 2014

Ciudadano de un lugar llamado mundo

Tengo la sensación de no saber donde vivo e incluso la certeza de que todo lo que está pasando no debería evolucionar así. Siempre he pensado que es más fácil hacer las cosas bien que hacerlas mal pero aún así las personas nos encabezonamos en hacerlas de la forma incorrecta. Nos gusta lo prohibido, lo complejo y lo morboso sin tener apego por lo que nos rodea. Miles de situaciones y cada una desarrollándose de la forma más injusta posible. Miremos donde miremos, ya sea en nuestra ciudad, país o planeta, todo sucede de la forma más irracional posible.

Este mundo es para los corruptos, los sanguinarios y los delincuentes. Las personas de bien simplemente están ahí. Tienen ganas de trasladar sus buenas acciones pero pasan desapercibidos. Los corruptos acampan a sus anchas por la sociedad. Basta con ver el último caso sucedido en Cataluña donde el presidente honorifico del partido con más influencia de ese territorio se auto confiesa y declara su evasión fiscal sin tapujos. La sorpresa de los ciudadanos es cada vez menor porque por desgracia nos estamos acostumbrando a este tipo de situaciones ¿Habrá algún político que no se haya visto salpicado por temas de corrupción? Alguno seguro que habrá pero cada vez hay menos y esto provoca una situación de alarma que un día explotará. La preocupación de quienes gobiernan es otra. Están sometidos al poder de los lobby y los mercados y la lavada de manos es cada vez mayor. En vez de endurecer las penas a estos personajes para que no se vuelvan a repetir este tipo de actos, como por ejemplo obligar a la devolución de todo el dinero que se han llevado, desarrollan su trabajo en modificar la ley del aborto o en crear una ley de seguridad ciudadana que bien podría llamarse ley de seguridad al político. Pero no solo está el caso que hace pocos días conocimos en Cataluña, sino que también sabemos la existencia de la trama Gürtel, el caso de los ERE, caso Pokemon o el entramado de la Comunidad Valenciana, entre otros. Estos son algunos ejemplos donde se refleja la necesidad de cambiar la sociedad tanto en ámbitos  institucionales como sociales con el fin de promulgar la buena marcha social entre todos. Simplemente es caminar a un mismo ritmo. La simbiosis empresario-político asusta y a menudo escuchamos diversos casos de corrupción donde siempre aparece la nueva pareja artística. Un teatro donde los espectadores no salimos del asombro mientras vemos como los desahucios o el paro se centran en los verdaderos problemas a resolver de forma urgente. Predecir la economía en un país donde, un día sí y otro también, salen a la palestra nuevos casos con miles de millones defraudados se antoja complicado. 

Si alargamos la vista nos damos de frente con el conflicto bélico de Gaza. Una frontera y una cifra de civiles muertos que aumenta por día. La pasividad que hasta ahora muestra la sociedad mundial ante la masacre que allí sucede brilla con luz propia. Aunque el conflicto de Gaza es actualmente el más preocupante no hay que dejar de lado la pobreza que en años reina en África o la que poco a poco va caminando sobre algunos países de Europa gracias a la austeridad impuesta por algunos mandatarios que buscan el beneficio propio antes que el beneficio social.  El sobreesfuerzo de las organizaciones humanitarias es el reflejo de que las cosas no se están haciendo bien.

Escuchar la radio o ver la televisión bastan para darse cuenta de que la gran mayoría de los ciudadanos estamos aquí con una labor y es intentar ser feliz en un mundo donde no hay felicidad. Dar cabida a una palabra tan fácil de pronunciar pero difícil de ejecutar se debería convertir en el objetivo primordial de la vida en general. Se responsable, utiliza la ética, y promulga los valores de la buena conducta.


Cuack!



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