Los años pasan y la influencia
financiera en el mundo es cada vez más impactante. Hace años que estamos en
crisis y, a pesar de ello, cada día vamos descubriendo nuevos culpables. Hemos
culpado de ello a los ciudadanos diciendo que han vivido por encima de sus
posibilidades, quizás la culpa de que estos hayan creído que podían vivir así
es de quienes no han aplicado organismo de control, entre otras porque se han
beneficiado de ello. Culpamos a los empresarios por sus malas prácticas
empresariales y su destacada ausencia de responsabilidad social corporativa en
sus diferentes ámbitos de negocio. La gran culpa de todo se la concedemos a los
políticos. Encargados de controlar y dirigir la economía de un país, entre
otras cosas, y que no han sido capaces de hacerlo con la eficacia que se
presumía. De un lado y de otro, el bipartidismo no ha sido ético, ni
responsable ni ha tenido una actitud de compromiso con el ciudadano. Han
conseguido que la sociedad pierda valores por encima del dinero y la corrupción
es la gran muestra de ello. Sin embargo, hay otro factor importante e
influyente en la crisis financiera que aunque camina por el mundo sin rostro
aparente tiene un enorme impacto en los políticos y empresarios. Esté no es más
que el mercado financiero.
Han hecho temblar a Europa desde
hace unos años hasta la actualidad. Consiguen crear el terror por la economía
de los diferentes países, en especial los del sur, y han llegado a derribar
gobiernos. Han conseguido hacer que los políticos practiquen políticas de austeridad
para hacernos creer que saldríamos de una crisis que ellos mismos nos han
creado aunque prefiero que juzguéis ustedes mismos si hemos salido o no de esta
situación. Lo más cínico es que realmente si hay caras a todos esto que decimos
y que tiene una virtud abstracta. Detrás de estos mercados están las personas
que gestionan los fondos de inversión y los analistas que vaticinan los
movimientos de las Bolsas. A pesar de ello, se puede saber el comportamiento de
los mercados y prever los movimientos que van a producirse. El economista Juan
Ignacio Crespo desarrolla en su libro, “Cómo acabar de una vez por todas con
los mercados”, la percepción que tenemos
sobre estos.
Su libro se puede resumir en
cuatro partes: por un lado que los mercados son más jocosos que todopoderosos,
por otro que el ahorro mundial los hace vulnerables, un tercero que destaca que
el comportamiento es predecible y para
finalizar que su poder reside en que mientras los mercados son globales los
gobiernos son locales. Este licenciado en Ciencias Matemáticas apunta que algunos economistas han creado
teorías sobre cómo evoluciona la economía, o debería hacerlo, en función de
parámetros que no están bien medidos porque la economía no es una ciencia
exacta. En la mayoría de los casos, los economistas circulan en los mercados
con argumentaciones basadas en entes
hipotéticos que nadie ve pero que son definidos por unas escasas
características que se convierten en abundantes e influyentes. Este economista señala que si hay explicación
para lo que ocurre en los mercados y es posible desmitificarlos. Los agentes
que allí operan también cometen errores porque dependen de otros actores que
interceden en la economía que les puede llevar a tomar buenas decisiones pero
ojo que también pueden tomar malas prácticas por lo que conociéndolos es la
mejor forma de acabar con ellos.
Incluso sabiendo que los mercados
tienen rostros y que su influencia es cada vez mayor en las decisiones
políticas no conseguimos hacer del
mercado una herramienta eficaz e influyente en su justa medida. Anteponer los
movimientos bursátiles, las variaciones de precios y las transacciones millonarias
de un pequeño lugar puede provocar que millones de personas se queden en la
miseria. Un parquet que en ocasiones también se equivoca.
Cuack!
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