viernes, 19 de marzo de 2021

Un cuento pactado

 1 de marzo de 2021. Diez y media de la noche y finaliza el cuento. Lo arropo, apago la luz y, con tan solo tres años, escucho su dulce voz que me dice: papá, tu eres mi mejor amigo siempre.

¿Y ahora qué? Quería congelar ese momento. En ese instante me di cuenta que la tarea más difícil de ser padre es asumir el paso del tiempo. Pensando de forma egoísta no quiero que crezcan. En la oscuridad de la noche y con lágrimas en mis ojos, indudablemente, le conteste que sí. Esa noche ambos hicimos un pacto que espero que sea eterno.

Fue ahí también cuando comprendí muchas cosas de mi infancia. Ahora soy padre pero también tengo la suerte de ser hijo del mejor padre. Fue en ese instante cuando recordé sus consejos, su tiempo, dedicación, constancia y amor. Es cuando percibí todo el esfuerzo que conocía de años atrás pero que solo se logra comprender cuando se es padre. Son sentimientos únicos de entender.

Ser padre no es fácil, nadie dijo que lo fuera, y asumir esa responsabilidad es algo para toda la vida. No basta con educar, jugar, enseñar o consolar. También conlleva sacrificio, voluntad, cariño, tiempo, esfuerzo y compromiso. Y si además es por partida doble todo se multiplica. Por cierto, bendita partida doble.

Son noches en vela si ellos lloran, son tareas del hogar relegadas a sus momentos de descanso. Es cubrir primero sus necesidades y luego, si se puede, las nuestras. Son tostadas frías si se despiertan antes de lo normal o almuerzos en un segundo plano  si necesitan de tu presencia. Son dibujos animados por encima de series, películas, programas o partidos de fútbol. Son juguetes ocupando espacio e inundando la casa. Es leer un cuento tras otro sin querer que terminen. Es explicarle el porqué de las cosas.  Todo ello merece la pena perderlo y asumirlo si luego resulto ser su mejor amigo porque a cambio gano largos paseos de la mano, continúas risas jugando, miradas de compenetración, besos y abrazos perpetuos, recuerdos imborrables, conversaciones razonables, eso sí a su manera, y un sinfín de vivencias que un padre no puede desaprovechar.

Esta pandemia ha conseguido hacer reflexionar a las personas sobre muchas cosas. Muchos son los pensamientos que han cambiado y muchas son las situaciones que ahora vivimos de otra manera pero, sin lugar a dudas, lo que se ha demostrado encarecidamente es que el tiempo que se está con la familia hay que disfrutarlo y valorarlo.  

Lo mejor que puede hacer un padre es disfrutar cada segundo de la presencia de sus hijos. Nada tiene más valor que eso porque llegará un día en que el cuento termine y no haya más que leer. Para esa fecha, quiero estar tranquilo por saber que seguiremos siendo los mejores amigos.

Feliz Día del Padre.

Cuack




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