El Concejal de Cultura del
Ayuntamiento de Madrid escribió en Twitter hace más de 4 años una serie de barbaridades y comentarios que él define como
"humor negro". Se dieron cuenta de ello justo cuando llega al poder, él
reflexiona y dimite. Fin de la historia.
Puede parecer una breve pero
intensa historia que bien vale para escribir un libro pero lo que es cierto es
que la variedad de debates que se abren entorno a este tema es amplísima. Ya se
ha conseguido la dimisión, bastante justa por otro lado, pues bien ya cerramos
este tema ¿no? No, este tema no queda ahí. Ahora toca hacer examen de
conciencia y repasar la historia de todos. Si, de todos los políticos que
rellenan los asientos en el panorama político-infantil que cada día
presenciamos. Hay que condenar los comentarios y desafortunados tuits que esta
persona escribió pero ¿y si repasamos los comentarios, opiniones y tuits de
otros cargos públicos de diferente signo político?
Estoy de acuerdo con la dimisión.
Una persona que se enfrenta a una concejalía de tan importante significado como
es la cultura no puede escribir ni haber escrito tales comentarios. Desde aquí
condeno esto pero también quiero condenar a todos aquellos que le pedían la
dimisión sin repasar su propio pasado, incluso cuando no estaban relacionados
con la vida pública. Además de esto hay un tema que llama la atención y que
dejo a opinión de ustedes. La existencia de esta persona en la posible vida
pública se sabía hace más de un mes cuando se presentaron las listas a los
ayuntamientos pero todo salta un día después de llegar al poder. Cuanto menos
es curioso ¿no creéis?
Lo que a partir de ahora espero
es que juzguemos con la misma vara de medir a todo aquel que ostenta un cargo
público. Quizás así un día podamos leer que dimiten un alto porcentaje de políticos
aunque creo que esa buena noticia jamás llegará. Vuelvo a repetir que condeno
el contenido de sus tuits y aplaudo la dimisión (ya es más del doble que lo que
en otros casos hemos visto) pero no estoy de acuerdo en que ahora la política
se haga por Twitter y que las decisiones o manifiestos que se hagan a través de
esta red social sean la base de algo tan importante como la política. Un poco
de coherencia y sentido común. Solo pedimos eso. Por otro lado me gustaría también
condenar la actitud y comportamiento de algunos medios de comunicación que en
vez de informar se dedican a difamar y provocar a los ciudadanos. El objetivo
es informar con objetividad lo que sucede y no hacer juicios de valor para
luego mostrar lo que cada uno quiere. El ciudadano debe valorar la información
y luego, si quiere, sacar su propia opinión. Por cierto, ¿cuando un político no
cumple con el programa electoral dimite?
Ah no, que los programas políticos suelen tener más de 140 caracteres y por eso
no lo pueden publicar en Twitter, que es donde ahora se hace la verdadera política.
Cuack!
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