lunes, 11 de mayo de 2015

La otra Transición

 No viví la Transición, menos mal, aunque he de confesar que me gustaría haber estado presente en aquel hecho histórico de nuestro país. El cambio era importante. Se pasaba de una dictadura a una democracia donde la palabra libertad se iba a convertir en fundamental. Ahora, pasado unos años, parece que la libertad solo quedo en eso, en una palabra sin mas. El valor de la palabra ha ido perdiendo fuerza y otra vez, aunque ahora intenten disfrazarlo, se priva al ciudadano de una serie de derechos. Sin embargo, las obligaciones se multiplican, eso sí, solo para una gran mayoría que por desgracia tiene el mismo peso que una minoría que hace y deshace a su antojo.

Y si no viví la Transición tampoco viví la Guerra. En este caso el  significado de “menos mal” podría ponerlo en mayúsculas. Ahí sí que no me hubiera gustado estar. Ahora toca vivir otra "guerra", pero lo mejor y único positivo es que será sin las mismas armas que la anterior. En este caso toca luchar con otra arma muy valiosa y seguramente más poderosa que cualquier otra. Toca luchar con la palabra. Si, toca vivir una transición y esperemos que esta sea rica en  valores como la coherencia, sentido común o responsabilidad. Hemos llegado a un momento en el que sorprende que ya no nos sorprenda ningún caso de corrupción. Esto último es alarmante y no deja de preocupar que el silencio y la mentira de los responsables sea cada vez mayor. Nos hacen parecer tontos y nos niegan lo que con nuestros propios ojos estamos viendo. Tan poderosa es la palabra que una sola cosa puede tener varios significados, y curiosamente, contrarios entre sí. El cambio no debe ser solo en los rostros de quienes pueden gobernar. Da igual que tenga coleta, sea guapo, sepa leer los datos macroeconómicos a través de un plasma o haya salido desnudo en campañas anteriores. Ese no es el cambio que solicitamos la mayoría de los ciudadanos que solo quiere soluciones a los problemas y no agravar los que están o crear unos nuevos. Quizás la transición no debe ser solo a nivel gubernamental sino que también debe realizarse en la sociedad. Las diferentes formas de hacer y ver las cosas deben cambiar. Un empresario no puede ser el pionero en pagar en negro a sus empleados para ahorrarse tributos. Al igual que un trabajador no debe hacer un mal uso de las facilidades que puede proporcionarle el centro de trabajo, llámense estas bajas laborales o flexibilidad horaria. Es la hora de sentarse y dialogar. Aunque parezca algo demasiado complicado hay que hacer los mayores esfuerzos para obtener medidas que satisfagan a todos. Por muy difícil que parezca, se puede conseguir.

Con suerte, podremos vivir un cambio deseado. No sabemos si en lo político, en lo social o, ojala, en ambos, pero es momento de, por ejemplo, pararnos a pensar si esta generación tan bien formada, donde gran parte ha tenido que marcharse del país, es merecida sufridora de los desaliños creados por los poderes. En el horizonte se atisba un problema, otra herencia más, y es saber si después de años trabajados conseguiremos recibir la contraprestación necesaria a años de esfuerzos o si por el contrario se lo seguirán llevando los mismos. El problema de las pensiones futuras debe estar presente. Estamos en año de elecciones y es el momento de elegir. Es la hora de determinar que queremos hacer con este país. Tenemos que decidir y conseguir ser los creadores de la nueva forma de entender la política y su rol en la sociedad. Es la hora de crear una verdadera #MarcaEspaña y desdibujar del mapa la que existe. Está en nuestras manos.


Cuack!


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