Y si no viví la Transición
tampoco viví la Guerra. En este caso el significado de “menos mal” podría ponerlo en mayúsculas.
Ahí sí que no me hubiera gustado estar. Ahora toca vivir otra
"guerra", pero lo mejor y único positivo es que será sin las mismas
armas que la anterior. En este caso toca luchar con otra arma muy valiosa y
seguramente más poderosa que cualquier otra. Toca luchar con la palabra. Si,
toca vivir una transición y esperemos que esta sea rica en valores como la coherencia, sentido común o
responsabilidad. Hemos llegado a un momento en el que sorprende que ya no nos sorprenda
ningún caso de corrupción. Esto último es alarmante y no deja de preocupar que
el silencio y la mentira de los responsables sea cada vez mayor. Nos hacen
parecer tontos y nos niegan lo que con nuestros propios ojos estamos viendo.
Tan poderosa es la palabra que una sola cosa puede tener varios significados, y
curiosamente, contrarios entre sí. El cambio no debe ser solo en los rostros de
quienes pueden gobernar. Da igual que tenga coleta, sea guapo, sepa leer los
datos macroeconómicos a través de un plasma o haya salido desnudo en campañas
anteriores. Ese no es el cambio que solicitamos la mayoría de los ciudadanos que
solo quiere soluciones a los problemas y no agravar los que están o crear unos
nuevos. Quizás la transición no debe ser solo a nivel gubernamental sino que también
debe realizarse en la sociedad. Las diferentes formas de hacer y ver las cosas deben
cambiar. Un empresario no puede ser el pionero en pagar en negro a sus
empleados para ahorrarse tributos. Al igual que un trabajador no debe hacer un
mal uso de las facilidades que puede proporcionarle el centro de trabajo, llámense
estas bajas laborales o flexibilidad horaria. Es la hora de sentarse y
dialogar. Aunque parezca algo demasiado complicado hay que hacer los mayores esfuerzos
para obtener medidas que satisfagan a todos. Por muy difícil que parezca, se
puede conseguir.
Con suerte, podremos vivir un
cambio deseado. No sabemos si en lo político, en lo social o, ojala, en ambos,
pero es momento de, por ejemplo, pararnos a pensar si esta generación tan bien
formada, donde gran parte ha tenido que marcharse del país, es merecida
sufridora de los desaliños creados por los poderes. En el horizonte se atisba
un problema, otra herencia más, y es saber si después de años trabajados
conseguiremos recibir la contraprestación necesaria a años de esfuerzos o si
por el contrario se lo seguirán llevando los mismos. El problema de las
pensiones futuras debe estar presente. Estamos en año de elecciones y es el
momento de elegir. Es la hora de determinar que queremos hacer con este país.
Tenemos que decidir y conseguir ser los creadores de la nueva forma de entender
la política y su rol en la sociedad. Es la hora de crear una verdadera #MarcaEspaña y desdibujar del mapa la que existe. Está en nuestras manos.
Cuack!
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