martes, 4 de marzo de 2014

Premiados sin tener premio



¿Cuántas veces hemos soñado con ganar una lotería? Cada día. Siempre hemos deseado ser el titular de un boleto premiado y siempre hemos pensado en que nos lo gastaríamos. Un poco para repartir con la familia y amigos, una casa con piscina, un coche…Todo relacionado con lo material y poco con lo inmaterial. La noticia de hoy habla precisamente de eso, de la diferencia de significados y de criterios cuando nos toca un premio.

Para hablar de la noticia de hoy nos desplazamos hasta Hungría y viajamos al pasado, hasta el mes de septiembre. En ese mes ocurrió el suceso pero hasta finales de febrero no hemos tenido constancia de la misma. El protagonista de hoy es Laszló, un húngaro de 55 años y que vive, bueno vivía, en una casa social en Györ. Iba de camino a la reunión de alcohólicos anónimos cuando decidió gastarse las pocas monedas que tenía en lotería. A los pocos días ganó 630 millones de florines (2 millones de euros), uno de los premios más altos de su país. Con ese dinero se ha comprado un coche, le ha regalado a cada hijo un apartamento  y tramita los papeles para poder viajar con su mujer a Italia. Pero ese no ha sido el único gasto o capricho que ha tenido Laszló. Además de eso ha invertido el dinero del premio en crear una fundación para apoyar a gente “sin recurso y con destinos difíciles”. El Parlamento de su país ha aprobado una nueva ley que permite a los ayuntamientos establecer en que lugares de los municipios está prohibido vivir en la calle. Esta nueva ley castiga a los sin techo con multas de hasta 500 euros y 60 días de cárcel. Algo totalmente incomprensible. Por ello, esta ley fue anulada a finales de 2012 por ser considerada inconstitucional pero el Gobierno ha conseguido modificar la Carta Magna para poder tramitar esta ley de nuevo. Sin embargo esta nueva ley viene acompañado de una propuesta donde Laszló cobra importancia: construcción de centros sociales. Con la ayuda de Laszló se podrá construir nuevos hogares para los sin techo.

Una vez más, vemos como la solidaridad y la labor de humanidad de las personas a título individual cobra más fuerza que la unión de algunos poderes por poner solución al problema de la vivienda. Mientras algunos siguen enfrascados en que nos encontramos en el inicio de la recuperación otros seguimos pensando que aún queda mucho por hacer. Lo primero, que lo ético y moral se anteponga a lo económico.

Cuack!


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