jueves, 2 de julio de 2015

62 años después

La historia se vuelve a repetir y con los mismos protagonistas. La única diferencia es que el perdonado hace 62 años es uno de los miembros más influyentes y poderosos que ahora debería perdonar. Dejando a un lado ideales políticos de izquierda o derecha y la posición conservadora o liberal que algunos plantean, hay que poner el ojo en los verdaderos afectados: los ciudadanos. No cabe duda que anteriormente los gobernantes griegos han gestionado mal el país y que la crisis les ha afectado de manera especial pero de eso a dejar que un país de la llamada "Unión Europea" caiga en la ruina total dice mucho de los que verdaderamente gobiernan y mandan sobre aquello nombrado con las anecdóticas siglas "UE". Por las noticias podemos leer que ellos quieren pagar pero es que técnicamente no pueden. Es imposible. Además quieren seguir en la moneda única, el euro, pero desde distintos ámbitos intentan transmitir todo lo contrario. Grecia no quiere salir del euro, como ya ha dicho su ministro de Finanzas, y lo que plantean en el Referéndum del domingo no tiene nada que ver con la moneda única. Su pregunta es otra y va relacionada con aceptar, o no, las distintas exigencias que la Troika les impone (BCE, FMI y Comisión Europea). Hasta el momento, el domingo será un día clave para Grecia porque sus ciudadanos hablarán. La incertidumbre vendrá luego. 

Pongámonos en antecedente. En el año 1953 sucedió un hecho que ahora recordamos y que está más presente que nunca. En ese año se firmó el Acuerdo de Londres que tenía como objetivo reducir la deuda de Alemania o lo que es lo mismo reestructurar la deuda alemana contraída en los periodos de entreguerras y post-guerra. Este acuerdo lo firmaron 25 países acreedores entre los que se encontraba Estados Unidos, Reino Unido, Francia, España y, por cosas del destino, Grecia. Las negociaciones del acuerdo duraron alrededor de 8 meses y  supuso establecer una quita del 62% de la deuda al país germano. Esta reducción tuvo la mejor de las mejores consecuencias: la recuperación alemana. Tal fue la recuperación que gracias a ello Alemania pudo entrar a formar parte del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio. Hoy en día, Alemania es la mayor potencia europea sin practicar por aquel entonces medidas de austeridad.

Leyendo esto podemos observar que los acuerdos o convenios están para cumplirlos según convenga y según como y quienes los firmen. Se me viene ahora al recuerdo la famosa Carta Europea donde se firmó que el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) iría en aumento progresivamente cada año pero, a la vista esta, algunos no lo han cumplido. Por otro lado, no me parece adecuado la actitud del presidente de nuestro país cuando ha "sacado pecho" sobre la comparativa entre la situación de Grecia y España. No creo que un partido salpicado por la corrupción en todos sus ámbitos, regiones y cargos deba dar lecciones de responsabilidad y liderazgo cuando en el país que gobierna la desigualdad sigue creciendo. Se nos olvida una cuestión en todo este tema y es que quienes han llevado a Grecia a esta situación no es el partido que actualmente gobierna sino los anteriores, es decir los semejantes al bipartidismo que existe en España, por lo que culpar de todo al gobierno actual me parece demagógico. Sobre todo si tenemos en cuenta que el partido que nos gobierna no ha hecho otra cosa más que referirse, durante su legislación, a la herencia recibida.

Además de esto, sin estar a favor o en contra de los ideales del Gobierno de Grecia y refiriéndome solo a este acontecimiento que ahora nos ocupa, considero que hay que aplaudirles la acción de no fallar a su programa electoral cuando se referían a que la palabra la tendría el ciudadano. Ante su gran problema dejan la decisión en manos de los griegos. Lo que venga después del domingo será otra historia pero ahora no es cuestión de que gane Europa o Syriza, sino de que lleguen a un acuerdo para que los ciudadanos griegos puedan salir del pozo en el que están. No vale de nada echar más agua al que se ahoga en una bañera.


Cuack!



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