miércoles, 26 de noviembre de 2014

España 2.0

Estamos en otra era. Nos encontramos en un momento de incertidumbre general en cuanto a actitud se refiere y es que no sorprenderse de lo que ocurre en nuestra sociedad asusta. Así se define la nueva España, un país donde los escandalos suceden día a día. Me horroriza ver cómo nos estamos acostumbrando a que cada semana, como mínimo, veamos en televisión, escuchemos en radio o leamos en prensa sucesos marcados por la ilegalidad y bochorno. No solo me refiero a la corrupción, que está a la orden del día, sino a otro tipo de acontecimientos que marcan la carta de ajuste semanal.

¿Hacia dónde nos dirigimos? Según el gobierno vamos en la buena dirección, pero los escándalos de este, y otros, partidos no dejan de alarmarnos. Hace poco nos hemos enterado que uno de los imputados en la trama de las tarjetas black ha sido despedido y contratado en la misma semana por el mismo partido. Curiosamente, los mismos que dicen luchar contra la corrupción no paran de tener "buenas acciones" para que esto quede demostrado. Por otro lado tenemos la sorprendente historia de Nicolás. Un joven de tan solo 20 años que parece ser el salvador de nuestro país. Un joven que sorprende con su historia y que incluso nos hace reír con ella. Otros incluso la aplauden pero lo que no es normal, y aquí esta la cuestión de todo, es que nos quedemos impasivos ante los sujetos principales de la historia. Hay documentos gráficos que muestran que él estaba ahí pero sin embargo, ahora, nadie le conoce. Si nadie le conoce y consiguió estar donde estuvo nos hace ver que España es lo más parecido a una pandereta. Detrás de todo esto tiene que haber una gran historia pero para ello, parece, que tendremos que esperar. Volviendo al tema de las tarjetas opacas, han dejado que un ente rescatado con dinero público sea desvalijado por parte de sus consejeros para luego seguir con una política de desahucios, por ejemplo, que nos muestra el rostro más duro y claro de las desigualdades.

Somos un país de morbo donde llegamos a aplaudir y abuchear a la misma persona cuando está entrando en la cárcel. Es más simple de lo que es, si ha cometido irregularidades fiscales debe pagar por ello, con independencia de sus dotes artísticas. Somos capaces de volcarnos y salir a la calle para acudir al funeral de una persona y sin embargo no somos capaces de luchar contra las injusticias. Otro escándalo general son todos aquellos sucesos que tienen que ver con la política. Un senador viaja por placer y carga todos esos viajes a las cuentas del Senado y no pasa nada. Por más que intente demostrar, si a eso se le puede llamar demostrar, que no fue así no conseguirá la credibilidad general. Un expresidente de una comunidad autónoma, que ahora quiere ser un país independiente, confiesa que estuvo robando durante más de 30 años y sin embargo es recibido con aplausos el día que, a su manera, ofrece explicaciones ¿donde está le ética? No me olvido del problema de Canarias. Un lugar, donde hay un 15% de probabilidad de encontrar petróleo, es inspeccionado a sabiendas de los riesgos que existen para la fauna marina y los propios habitantes canarios que pueden ver como el agua que consumen se puede ver dañada. A pesar de los informes de riesgos el proyecto sigue adelante, una clara puerta giratoria para el ministro se abre y un nuevo ataque de la armada se produce sin las meras disculpas políticas.  Dicen que la política es complicada pero opino lo contrario, creo que la política debe adaptarse a los tiempos y a la sociedad en la que vive.

La nueva diana de todo y para todo es Podemos, la nueva formación política que en las encuestas arrasa, pero nos estamos dejando atrás la razón principal de este cambio: las cosas no se están haciendo bien. Mayores mecanismos de control es lo que podría ayudar a que estos sucesos no ocurran o al menos disminuyan. Y por supuesto la utilización de la ética y el sentido común. No paramos de decir que esto ocurre porque es nuestra cultura, que desde siempre España ha sido así ¿no es hora de cambiar esa cultura? Quiero dibujar un país donde la corrupción y los escándalos sociales no tengan sitio.


Cuack!   



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