martes, 8 de abril de 2014

La Pirenaica, la voz del silencio



Escuchando la radio y leyendo la prensa de hoy he dado con una noticia relacionada con la historia de nuestro país pero plasmada en la actualidad. Se trata de una historia que se desarrolla en una de las etapas más negra, sino la peor, de nuestro país: el franquismo.  El instrumento protagonista de nuestra historia es la radio. Desde La Nochebuena de 1906, primera radiodifusión de audio de la historia desde la estación de Brant Rock en Massachusetts, hasta nuestros días, la radio se ha convertido en un aparato fundamental en nuestras casa, coche, lugar de trabajo e incluso cuando salimos a pasear. Debido a la importancia de la misma es necesario recordar el valor y la labor de ella en aquella época.

Durante la dictadura miles de historias y testimonios de los vencidos llegaban a Radio España Independiente en forma de misivas. En la mayoría de ocasiones jugándose la vida por ello. La Pirenaica, como se conocía a Radio España Independiente, recibía miles y miles de testimonios. Un total de quince mil de aquellas cartas han sido analizadas ahora en un libro titulado “Las cartas de La Pirenaica. Memorias del antifranquismo”. Según sus autores, Rosario Fontova y Armand Balsebre, este libro refleja la gran queja colectiva de los represaliados del franquismo y no sólo desde el punto de vista del castigo jurídico o carcelario sino desde el de las humillaciones a que fueron sometidos. Este “tesoro documental” supone la confirmación de una época donde los radioyentes enviaban sus historias a la emisora clandestina del PCE, fundada en 1941 en Moscú y que surgió para combatir el fascismo en tiempos de guerra. Más tarde, en 1955 traslado su sede a Bucarest donde estuvo funcionando hasta el 77. En estas cartas se recogen testimonios inéditos de la España del hambre, la miseria y la represión.

Si algo, común en todas, se podía palpar en las cartas era el miedo. Lo que estaban haciendo no dejaba de ser un acto ilegal. Este miedo llevaba también a algunos remitentes a escribir con guantes, para no identificar las huellas, o a escribir en papel de luto, para disimular, o incluso utilizar tinta invisible, es decir, escribir con palillos mojados en limón que luego al aplicar una fuente de calor se podía leer. Cada carta era una historia, cada historia era un mundo.  El objetivo de los autores de este libro es contribuir a deshacer la leyenda de que las cartas de Radio Pirenaica eran falsas. Para ello, basta con consultar el archivo epistolar y ver los sobres con sus matasellos. Las cartas son ciertas, algunas son de militantes del partido, pero la inmensa mayoría son de gente anónima que utilizaba el correo para contar sus vidas. Y para muestras, os dejo un fragmento de una de las cartas donde se puede comprobar el semianalfabetismo de las personas en aquella época.

"Cuando tenía 11 años, dejé de 'Hir' al colegio. No aprendí nada más que 'la vecedario' y un libro que se llamaba Catón. Hasta que 'tube' 21 años 'estube' trabajando en el campo. Ahora trabajo en una fábrica. 'Llebo' 20 años y cada 'bez' nos tratan peor. Los jefes dicen que al 'Hobrero' hay que tratarlo como al limón: sacarle el zumo y luego tirarlo".

El momento de más auge de las cartas se desarrollaron en 1962 cuando se produjo las huelgas de la minería asturiana. La Pirenaica recibió un total de 1824. Un año más tarde estas aumentaron hasta 4378 por la detención de Julián Grimau. Su muerte indignó a los oyentes y los enfrentó con el recuerdo de sus propios muertos en la guerra y en la primera posguerra. Rosario y Armand nos traen el recuerdo de la historia plasmado en un libro de pura investigación, pura realidad y puro sentimiento.

Cuack!




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