miércoles, 16 de abril de 2014

Los ciudadanos, los aforados y la ley

¿Cuántas  veces van a intentar vendernos el mito supremo de que todos los españoles somos iguales ante la ley? No sé cuantas veces más tendremos que escuchar la mayor mentira jamás contada. Por mucho que lo repitan, que lo clamen a los cuatro vientos o que lo diga el Rey en el discurso de Navidad los españoles no somos iguales ante la ley.

Hace pocos días que saltó la noticia de que la Reina, el Príncipe y Doña Leticia iban a formar parte, en materia judicial, de la figura de aforado. Pero ¿Qué es un aforado? Es una persona que por razón del cargo goza del derecho a ser juzgado por un tribunal diferente al que correspondería todo ciudadano de a pie, es decir solo pueden ser juzgado por el Tribunal Supremo o Tribunal Superior de Justicia. A este derecho a ser juzgado por un tribunal distinto a los ordinarios se le conoce como fuero o privilegio en materia de jurisdicción y puede ser aplicable a cualquier delito cometido, sea o no en el ejercicio del cargo. El Tribunal Constitucional dice, textualmente, que “es una garantía del desarrollo libre e independiente de cargos o funciones considerados esenciales para la marcha del Estado” pero, a priori, el aforamiento puede ser considerado como un privilegio.  La finalidad teórica del aforamiento es doble. Por un lado, busca que la labor de los altos cargos no sea lastrada por maniobras espurias; por otro, que los tribunales ordinarios no sufran presiones al juzgar a poderosos. La Constitución prevé que la figura proteja al presidente del Gobierno, ministros diputados y senadores. Pero la Ley Orgánica del Poder Judicial amplió la categoría a los jueces y fiscales, a los magistrados del Tribunal Constitucional y del de Cuentas, vocales del Consejo General del Poder Judicial, miembros del Consejo de Estado, el Defensor del Pueblo y sus dos adjuntos. Y finalmente llegaron los Estatutos de autonomía para disparar la cifra con la inclusión de los miembros de los Gobiernos y Parlamentos autónomos y sus defensores del pueblo. Casi nada, lo raro parece ahora no ser un aforado aunque me extraña mucho que no se diga que Francisco Correa es un aforado más, tiene la habilidad de estar en todos los posibles casos de corrupción de España y pase lo que pase en este país, él siempre está detrás. Aún así lo sorprendente de esta figura es que países como Alemania, Estados Unidos o Inglaterra no tienen aforados. Luchan para que todos los ciudadanos se sientan iguales ante la ley. En Italia y Portugal solo el Presidente de la República disfruta del aforamiento y en Francia solo el Presidente, Primer Ministro y Gobierno. Sin embargo la cifra en España es algo ilógico, 10.000 personas disfrutan del aforamiento. No entiendo como España, que quiere pertenecer y sentirse un país importante no iguala estas cifras a los países verdaderamente relevantes.

Es inexplicable como el Estado Español y su legislación esta tan mal enfocada. Es necesario un cambio constitucional, económico y social. No es posible que España esté entre los tres países europeos con el precio más elevado en combustibles, tarifa eléctrica y tarifa de telecomunicaciones. A todo esto hay que añadir los privilegios de los que están en el poder,  y no me refiero solo a la figura del aforado que tratamos hoy, sino a todo lo que a ellos les relaciona. Las personas, la sociedad, la forma de ver las cosas…todo avanza en esta vida pero sin embargo tenemos que seguir cumpliendo una Constitución obsoleta que se creó hace más de 35 años. ¿En todos esos años no ha habido cambios en nuestras vidas y en nuestra forma de ver las cosas? Yo creo que si, pero mientras tengamos una clase política que mira por sus beneficios y no por el de los ciudadanos todo seguirá igual. Pero tranquilos, que en España todo esto se arregla con un “no pasa nada” ¿Hasta cuando no pasará algo?


Cuack!




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