Soy hijo de Venus, diosa del amor, la belleza y la fertilidad, y de Marte, dios de la guerra. Aunque en otro país, Grecia, me conocen como Eros. Algunos piensan que soy una persona cruel, pero es mi picaresca y mi personalidad carismática las que hacen valer mi presencia en este mundo. Se me conoce como un niño alado y armado con arco y flechas que son disparadas a dioses y humanos, provocando que se enamoren profundamente. Dicen que soy cruel porque porto flechas de punta de plomo, creando la mayor indiferencia entre las personas pero también soy necesario porque en este saco de flechas también llevo muchas flechas con la punta paloma, que consigue un amor instantáneo entre una y otra persona. Mi madre siempre ha querido que haga valer más este último don porque creía que estaba desaprovechado, que caminaba sin rumo por la vida. Entre tanto, en la Tierra de los mortales, vivía Psique, una joven princesa muy bella que no encontraba marido. Su padre Delfos acudió al Oráculo para saber qué pasaría con su hija, este predijo que su hija conocería el amor cerca de un precipicio. Mi madre estaba envidiosa de su belleza y me mandó para que le clavara una flecha al hombre más feo, cruel y despreciable del mundo. Acudí hasta ella para llevar a cabo el encargo de mi madre pero cuando la vi todo cambio, me enamoré perdidamente de ella y empezamos a ser felices. Sin embargo eran muchos los obstáculos para que Psique y yo estuviéramos juntos y sus hermanas, muy envidiosas por lo ocurrido y, ayudadas de su padre, le prohibieron verme. No conseguía perdonarle eso y la tuve que abandonar pero ella siguió su lucha por conseguir que estuviéramos uno al lado del otro. En ese castigo por huir portaba una caja maldita que le fue encomendada por los dioses, abrió la caja y cayó en un profundo sueño. La encontré y le retiré el sueño mortal que portaba en su caja y que se apoderó de ella. Finalmente la perdone y tras esa valentía que mantuvo, los dioses la convirtieron en una diosa para que pudiera reunirse conmigo, con su amado. Esa es mi historia.
Sobrecogido por la historia que me contaba ese hombre con cara de niño pase a responderle la pregunta que al inicio de nuestra conversación me hizo. Mirándole a la cara mientras notaba un cierto cosquilleo en mi corazón le dije: me falta la diosa que a ti te dieron. Quiero tener a mi lado a una persona que me ame y me respete, al igual que yo haré con ella. Tras mi respuesta, me dio una palmada en la espalda, se levantó del banco y me vaticinó que pronto tendría noticias suyas.
Así fue y a los tres meses de esa conversación conocí a la persona portadora de mi flecha. Hoy, cuando se cumple el día de mi amigo Cupido, le doy eternamente las gracias por el día que tuve esa conversación y me recuerdo constantemente que no podía haberme elegido a nadie mejor. Feliz día de los enamorados.
Cuack!
Precioso...y menos mal!!
ResponderEliminarIrene.