jueves, 14 de febrero de 2013

Basado en hechos reales

Tirando flechas. Esa fue la respuesta que me dio Cupido hace tres años desde la última vez que lo vi. Recuerdo aquella fría tarde de invierno, sentado en un banco de una plaza gaditana. Allí pasaba la tarde comiendo un paquete de pipas y, como muchas otras personas más, reflexionando sobre la vida cuando de pronto a mi lado se sentó un hombre con cara de niño, muy rubio y con el pelo rizado. Pasaron cinco minutos que estaba allí sentado cuando me pregunto: ¿Qué es lo que te falta? Incrédulo de mí lo miré y no le contesté. Una persona que estaba sentada a mi lado, en una plaza y que no conocía de nada me hacía esa pregunta. Perdona, no te conozco y no se a que te refieres con esa pregunta, además ¿Quién eres?, fue mi respuesta. Me llamo Cupido y pronto sabrás de mí pero para ello necesito que me respondas a esa pregunta. Lo siento mucho pero no te voy a responder a eso, no te conozco y preferirías que me respondieras primero tú a una ¿A qué te dedicas tú para darme aquello que me falta? Pregunte con un rostro que cada vez mostraba más curiosidad por saber quién era. Fue ahí entonces cuando me respondió que su diversión consistía en tirar flechas sobre las personas, para que haga efecto aquello que quiere portar. Cada vez mi incertidumbre era mayor y fue cuando empezó a contarme a su historia.


Soy hijo de Venus, diosa del amor, la belleza y la fertilidad, y de Marte, dios de la guerra. Aunque en otro país, Grecia, me conocen como Eros. Algunos piensan que soy una persona cruel, pero es mi picaresca y mi personalidad carismática las que hacen valer mi presencia en este mundo. Se me conoce como un niño alado y armado con arco y flechas que son disparadas a dioses y humanos, provocando que se enamoren profundamente. Dicen que soy cruel porque porto flechas de punta de plomo, creando la mayor indiferencia entre las personas pero también soy necesario porque en este saco de flechas también llevo muchas flechas con la punta paloma, que consigue un amor instantáneo entre una y otra persona. Mi madre siempre ha querido que haga valer más este último don porque creía que estaba desaprovechado, que caminaba sin rumo por la vida. Entre tanto, en la Tierra de los mortales, vivía Psique, una joven princesa muy bella que no encontraba marido. Su padre Delfos acudió al Oráculo para saber qué pasaría con su hija, este predijo que su hija conocería el amor cerca de un precipicio. Mi madre estaba envidiosa de su belleza y me mandó para que le clavara una flecha al hombre más feo, cruel y despreciable del mundo. Acudí hasta ella para llevar a cabo el encargo de mi madre pero cuando la vi todo cambio, me enamoré perdidamente de ella y empezamos a ser felices. Sin embargo eran muchos los obstáculos para que Psique y yo estuviéramos juntos y sus hermanas, muy envidiosas por lo ocurrido y, ayudadas de su padre, le prohibieron verme. No conseguía perdonarle eso y la tuve que abandonar pero ella siguió su lucha por conseguir que estuviéramos uno al lado del otro. En ese castigo por huir portaba una caja maldita que le fue encomendada por los dioses, abrió la caja y cayó en un profundo sueño.  La encontré y le retiré el sueño mortal que portaba en su caja y que se apoderó de ella. Finalmente la perdone y tras esa valentía que mantuvo, los dioses la convirtieron en una diosa para que pudiera reunirse conmigo, con su amado. Esa es mi historia.


Sobrecogido por la historia que me contaba ese hombre con cara de niño pase a responderle la pregunta que al inicio de nuestra conversación me hizo. Mirándole a la cara mientras notaba un cierto cosquilleo en mi corazón le dije: me falta la diosa que a ti te dieron. Quiero tener a mi lado a una persona que me ame y me respete, al igual que yo haré con ella. Tras mi respuesta, me dio una palmada en la espalda, se levantó del banco y me vaticinó que pronto tendría noticias suyas. 


Así fue y a los tres meses de esa conversación conocí a la persona portadora de mi flecha. Hoy, cuando se cumple el día de mi amigo Cupido, le doy eternamente las gracias por el día que tuve esa conversación y me recuerdo constantemente que  no podía haberme elegido a nadie mejor. Feliz día de los enamorados. 


Cuack!

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