sábado, 15 de junio de 2013

¿Por qué tu si y yo no?



Tú y yo, ¿Cuál es la diferencia? A pesar de varios intentos fallidos por querer demostrar la diferencia que existe entre una persona y otra siempre hay algo por el que nos diferenciamos. Ya bien sea por el aspecto físico o por la distinción de clases, las personas nos diferenciamos entre nosotros y quizás por ello hace más especial que seamos tan distintos. Pero ¿Qué ocurre cuando en el ámbito en el que todos debemos ser iguales prevalece más la diferencia?

Desde la antigüedad, la más antigua de todas, siempre ha habido clases y clases. Marcado sobre todo por el poder económico, como el gran matiz de todo, las personas hemos andando y desarrollado nuestra vida en función a ello. Pero, perdón por la insistencia, ¿Por qué cuando tú y yo tenemos por delante los mismos medios no se actúa de la misma forma? Siempre existe algo de beneficencia para quien no la merece y siempre existe un mayor grado de apoyo para el que menos lo necesita. Sin ir más lejos, estos días o, mejor dicho, esta época de desigualdades que vivimos, estamos viviendo claros ejemplos de que hay ciertos aspectos del sistema que no funcionan bien o no funcionan de la forma más objetiva posible. Todo ello alimentado por las distintas ideologías y también, porque no, por las diferencia en poder alcanzar ese éxito mediante la diferencia de poder adquisitivo. Uno de los ejemplo a los que quiero hacer referencia es a la distintas formas de actuación de ciertos fiscales, jueces e incluso prensa. Un caso muy cercano para explicar esto es la diferencia en el tratamiento de los afectados por las preferentes y una de las Infantas. Por un lado se acusa que las personas de 70, 80 e incluso 90 años que firmaban preferentes estaban en disposición y tenían plenos conocimientos para firmar ese producto financiero pero sin embargo, si acudimos al caso Noos, nos informan que desde la fiscalía se solicita que la Infanta no tenía conocimiento de los papeles que, junto con su marido, aquel de curiosa firma, firmaban. Una persona que tiene la mejor de las formaciones no sabe lo que firma pero sin embargo ancianos abducidos y engañados por los magos de las estafas si tenían amplios y plenos conocimientos financieros. Aquí me gustaría saber ¿Por qué tu si y yo no? Otro ejemplo que podemos destacar es el que en estos días vemos  en el caso Bárcenas. El presidente del Senado hace poco declaró ante el juez que no sabía que tenía que declarar el préstamo que desde el partido le habían hecho. Curioso que un hombre con ese estatus desconozca tal conocimiento, quizás habría que plantearse que si una persona que no sepa eso deba estar donde actualmente esta. Sin embargo, por otro lado, existen ciudadanos investigados por Hacienda por el incumplimiento de casos similares. Por último, el tercer ejemplo que pongo de desigualdad es el caso Blesa, ex presidente de Caja Madrid. El directivo concedió créditos a su amigo presidente de Viajes Marsans aún sabiendo que está empresa era insolvente y se encontraba en concurso de acreedores, no obstante que un ciudadano de a pie acuda a cualquier banco a solicitar un préstamos se convierte en una de las mayores batallas que tiene sufrir en su vida, miles de papeles, avalistas y compromisos para luego esperar un veredicto que puede ser satisfactorio o no. Aún así, el ex presidente de la entidad, fue juzgado aunque en poco tiempo salió de la cárcel, menos mal que en este caso se rectificó y volvió a entrar.

Con todo esto ¿Qué quiero decir? Pues que, desde mi punto de vista, la mayoría de los ciudadanos no pedimos mayores castigos a unos que a otros sino que impere el principio máximo de igualdad. Para falsear, mentir y estafar todos somos iguales pues para juzgar todos también deberíamos ser iguales. Menos mal que queda la esperanza de honestos jueces que si luchan por ello. Una lucha por el cambio de sistema y una lucha por la aplicación de igualdad.  

Cuack! 






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