Una palabra de moda. Realmente
nunca ha pasado desapercibido y, lo que es más importante, no debería de pasar.
En infinidad de ocasiones hemos escuchado esta palabra y, según la RAE, se
traduce en la capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para
reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente.
Sin duda, ser responsable, es una
cualidad. Es una característica que se acerca más a una virtud que a un defecto
y por ello en la búsqueda de trabajo solemos aplicárnosla cuando nos preguntan
sobre nuestras cualidades. Pero ¿realmente sabemos aplicar la responsabilidad?
es decir, estoy casi seguro que muchas personas de clase media y trabajadores,
los de verdad, saben que si hacen algo bien o mal, ellos y solo ellos son los
encargados de asumir incentivos o por el contrario acarrear las consecuencias.
El problema radica en que todavía hay un sector de españoles que no entiende el
significado de esta palabra. Si dejo de pagar cualquier factura que esté a mi
nombre seré el responsable de los daños que pueda acarrear, si es el caso de la
factura de luz conllevará al corte de la misma, si es el caso de la hipoteca y
dejo de pagar una y otra letra me desahuciaran y así sucesivamente. Por ello
soy responsable en el pago de mis gastos. Al igual, también soy responsable de
mis logros. Sin embargo, existe una
clase social llamada cargos públicos, formado en la mayoría por políticos (que
no es lo mismo que la verdadera vocación política) que no son responsables con
sus actos. No basta con decir “me equivoque” y borrón y cuenta nueva. Cualquier
fallo o medida improductiva que ocurra mientras el mandato de un político
siempre será culpa de técnicos y asesores, quizás ahora entiendo porque hay
tantos cargos como estos, o también se da el caso de que la culpa es del
gobierno saliente. Con tanta herencia recibida terminaremos pidiendo
responsabilidades a los Reyes Católicos y, sinceramente, creo que actualmente
la
solución que ellos nos pueden dar es nula.
Al hilo de esto, se me está viniendo
a la mente una escena de una película basada en hechos reales, Donnie Brasco. En ella Jonhy Depp, que
interpreta a un agente del FBI infiltrado en la mafia italiana de la familia
Bonanno, mantiene una conversación con el jefe de esta y en la cual el jefe,
Sonny Black (interpretado por Michael Madsen) le dice: si nos traicionas yo soy el responsable, si algo malo haces yo soy tu
responsable. Pues bien, no quiero decir con esto que el efecto de la
responsabilidad de la mafia haya que trasladarlo a los efectos en la vida real
sino que este símil puede interpretarse como que hasta en la mafia la
responsabilidad toma un valor muy importante. Esa importancia debe ser captada
por aquellos cargos públicos que, a su merced, hacen y deshacen sin tener en
cuenta, en muchos casos, las consecuencias que ello puede llevar. Otro ejemplo
de lo que no es responsabilidad es el caso del último accidente de tren en
Santiago, donde los presidentes de las compañías responsabilizan a los
técnicos, pero ¿No es competencia suya supervisar que el trabajo técnico sea el
correcto?
Con todo esto lanzo un reclamo a
la sociedad en general y a los políticos en particular en que es de vital
urgencia y de extrema necesidad que la palabra responsabilidad y el ser una
persona responsable sea de inmediata aplicación a aquellas personas que poseen
ciertos poderes que los verdaderos responsables otorgamos. ¿Cuál es el objeto de fallo institucionalmente en
España en lo relativo a la responsabilidad política? Ninguna democracia
efectiva funciona sin ella.
Cuack!
No hay comentarios:
Publicar un comentario