El título de la noticia de hoy les extrañará
un poco ¿cierto? Pues bien, en estos días he conocido una original idea que ha
desencadenado la incertidumbre en el sistema de desarrollo del producto pero
que, por extraño que parezca, es sostenible y, lo más importante, ecológico.
¿Sabían que con el calor que expulsa una nevera tradicional se puede conseguir
un sistema de refrigeración ecológico? Quizás les haya sorprendido igual que a
mi, pero es totalmente cierto. Les explico.
Su nombre es Oltu y como si del futuro
viniera este aparato, creado por Fabio Molinas (Cerdeña 1988), alumno del
Instituto Europeo di Design, ha sido considerado ecoeficiente e innovador hasta
el punto que ha sido elegido como ganador nacional de la edición 2013 del
concurso internacional de diseño James Dyson Award, que organiza la misma
fundación. Oltu, que en el dialecto de Cerdeña significa huerta y, como hemos
dicho anteriormente, es un sistema de refrigeración que aprovecha el calor que
expulsa un nevera para mantener frescos los recipientes colocados encima de
ella. A través de unos tanques de agua que el usuario debe llenar con
frecuencia mantiene húmedo los alimentos
que en Oltu se depositan. De esta forma
se evita el desperdicio de comida debido a sistema de conservación inadecuado. Este
proyecto junto con una lámpara autoajustable que se carga con energía solar
llamada eAlamp y Airoad, un sistema de energía sostenible a partir de
las ráfagas de aire que los coches generan en las carreteras, representará a
España en el prestigioso certamen James Dyson. La necesidad de recrear un
pequeño ecosistema, sobre todo para las verduras, que sea capaz de satisfacer
las necesidades, ser más pequeña y gastar la mitad que una nevera normal son
ventajas de Oltu, aunque la principal ventaja de este producto reside en el uso
que de ella se hace.
Esperemos que el 7 de noviembre,
Fabio Molinas se haga con el premio y brinde a España con otro galardón más que
deja patente que la educación recibida en este país no era tan mala como se
quiere hacer ver. Ingenieros, licenciados y gente muy bien formada se marcha de
este país en busca de un premio, un premio que no es otro que sentirse valorado
por aquello que saben hacer. Un premio que no conoce de dinero pero que
moralmente es el mejor premio que se puede dar. Suerte.
Cuack!
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