Después de la celebración de ayer cuando se cumplía
dos años del movimiento más famoso de la actualidad relacionado con temas políticos
y económicos llega un tema distinto, totalmente diferente, pero que guarda cierta
relación con lo ocurrido ayer.
Desde siempre hemos pensado e incluso
relacionado movimientos de la derecha con la Iglesia, pero no siempre es así.
Existen pequeñas iglesias y territorios donde el sacerdote que manda en ese
lugar tiene una visión de la función de la iglesia más parecida a lo aprendido
en los colegios que a lo que vemos en la actualidad. La realidad tan distinta
que nos trae el cura del que vamos a hablar hoy impacta con la otra realidad,
aquella que combina religión, poder y dinero. Tres factores que unidos y
mezclados resulta una combinación explosiva.
La persona
de la que le vamos a hablar hoy reside en Madrid, en el barrio de Entrevías. Allí
se encuentra la iglesia de San Carlos Borromeo y está comandada por Enrique de
Castro. Este lugar siempre ha tenido desavenencias entre sus sacerdotes y con
la Conferencia Episcopal por los distintos enfoques a temas tan diversos y actuales como el aborto, la homosexualidad
o el uso de anticonceptivos. Es sabido la prohibición total que la Conferencia
Episcopal tiene con estos temas e incluso resultan temas tabú para comenzar un dialogo.
Una Conferencia Episcopal que tiene ahora su función en implantar más horas de
religión en los colegios contradice en su totalidad con el pensamiento de
Enrique de Castro que no ve objeción alguna al uso de preservativos, a la
relación entre personas homosexuales y tampoco a la práctica del aborto
dependiendo de cómo haya sucedido. Para este cura existen otros valores más
importantes que esos y para los que la Iglesia se debe dedicar. Continuamente
hace memoria sobre la Iglesia que Dios quería y no sobre la que actualmente
está implantada en la sociedad.
Con la ayuda de más personas ha conseguido
crear en este barrio madrileño una micro sociedad donde acuden personas
necesitadas, desahuciadas y en situación de pobreza para poder recibir de ellos
la ayuda esperada. Una filosofía distinta, sin dejar de rendir cuentas a Dios,
es la que Enrique nos trae desde la Iglesia de San Carlos Borromeo. El
desgastamiento de la Iglesia está provocado por ellos mismos, es decir, son
muchas las personas creyentes que no comparten la actividad de la Iglesia
actual. Estancada no solo en la riqueza patrimonial sino también en la
influencia política que a veces quiere determinar con sus declaraciones. Todos
necesitamos que en estos tiempos, a pesar de la gran labor que muchas Iglesias
hacen con los más necesitados, la figura de la Iglesia tome un mayor auge para
su actividad que para influenciar en poderes. Enrique es un buen ejemplo de
ello.
Cuack!
Fuente: EL DIARIO.ES
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